Esta grave acusación representa una escalada significativa en las tensiones bilaterales, llevando la confrontación del plano retórico al diplomático.

Como respuesta a lo que considera una injerencia inaceptable y una amenaza a su seguridad nacional, el gobierno de Australia no solo expulsó al embajador, sino que también manifestó su intención de incluir al Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán en su lista de organizaciones terroristas. Esta acción alinea a Australia con la postura de otros países occidentales que han adoptado una línea dura contra las actividades iraníes en el extranjero.

La reacción de Irán a estas acusaciones específicas no fue detallada en los artículos proporcionados. La medida australiana podría tener importantes repercusiones geopolíticas en la región del Indo-Pacífico, marcando un claro posicionamiento en el complejo tablero de las relaciones internacionales con Irán.