Los presidentes Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva impulsaron la "Declaración de Bogotá", un documento que establece compromisos para la cooperación regional de cara a la COP30. Uno de los logros más destacados fue la creación de un mecanismo de participación indígena paritario dentro de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), otorgando a los pueblos originarios un rol en la toma de decisiones. Además, se acordó respaldar el "Fondo de los Bosques Tropicales por Siempre", una iniciativa brasileña para financiar la conservación. No obstante, la cumbre estuvo marcada por la ausencia de varios mandatarios y la postura de Perú, que fue descrita como una "piedra en el zapato". La delegación peruana fue reacia a aprobar el mecanismo indígena y bloqueó un acuerdo sobre mitigación y adaptación al cambio climático. Esta tensión se suma a una controversia territorial entre Colombia y Perú por la soberanía de la isla Santa Rosa en el río Amazonas, un tema que, aunque no se abordó directamente en la declaración, subyace en las relaciones bilaterales y afecta la cooperación en la región fronteriza. Mientras Colombia busca una solución diplomática a través de una comisión binacional, Perú insiste en su soberanía sobre la isla, un territorio que necesita una mayor presencia estatal.