Las operaciones militares israelíes persisten a pesar de los llamados a un cese al fuego y los esfuerzos diplomáticos. El ejército israelí ha confirmado bombardeos en Saná, la capital de Yemen, dirigidos contra una base militar cercana al palacio presidencial, centrales eléctricas y un almacén de combustible, en respuesta a las acciones de los rebeldes hutíes. Simultáneamente, la ofensiva sobre la Franja de Gaza no se ha detenido, con ataques que han causado la muerte de al menos 33 palestinos el 23 de agosto, incluyendo 17 personas en un campamento de refugiados en Khan Younis. La crisis humanitaria ha alcanzado un punto crítico con la declaración oficial de hambruna por parte de la ONU, que advierte que más de medio millón de personas enfrentan inanición y muerte. Informes de hospitales gazatíes reportan ocho muertes por inanición, incluyendo dos bebés, elevando la cifra de víctimas directas del hambre a 281. A pesar de que Israel niega la existencia de hambruna, la ONU y diversas ONG afirman que es una "consecuencia directa de políticas del Gobierno israelí". En el ámbito diplomático, el exministro de Defensa israelí, Benny Gantz, ha propuesto un gobierno de unidad con Benjamín Netanyahu para asegurar un acuerdo de liberación de rehenes, en un momento en que Hamás había aceptado una propuesta de alto el fuego que incluía una liberación parcial.