La escalada de hostilidades entre Estados Unidos y Venezuela alcanzó un punto crítico con el anuncio de Washington del despliegue de tres destructores lanzamisiles y la evaluación del envío de 4.000 marines a aguas internacionales cercanas a la costa venezolana. La administración de Donald Trump ha justificado esta acción como una operación contra el narcotráfico, designando al "Cartel de los Soles" como una organización terrorista y duplicando la recompensa por Nicolás Maduro a 50 millones de dólares. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó que el gobierno de Maduro "no es el gobierno legítimo de Venezuela, es un cartel del narcoterror", y que Estados Unidos está dispuesto a "usar todo su poder". En respuesta, el presidente Nicolás Maduro calificó el despliegue como un "zarpazo terrorista" y un intento "ilegal" de propiciar un cambio de régimen. Como medida defensiva, convocó a una jornada de alistamiento masivo en la Milicia Bolivariana, con el objetivo de movilizar a 4,5 millones de efectivos. La tensión se materializó en la frontera colombo-venezolana, donde apareció una valla publicitaria con las recompensas por Maduro y Diosdado Cabello, la cual fue rápidamente retirada. El gobernador del Táchira, Fredy Bernal, responsabilizó al "narco uribismo" por la instalación. La situación ha generado reacciones en Colombia; el presidente Gustavo Petro advirtió que una invasión "triplicaría" la migración y podría provocar la "quiebra de Ecopetrol" si el precio del petróleo cae. La líder opositora María Corina Machado, por su parte, ha llamado a la desobediencia civil, instando a los venezolanos a ignorar el reclutamiento y afirmando que "la tiranía se desmorona".