Este accidente es considerado uno de los más mortales en Afganistán en los últimos años, un país con una infraestructura vial deficiente y escasa seguridad en las carreteras. La tragedia se enmarca en una crisis migratoria regional.

Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 1,5 millones de afganos han regresado de Irán y Pakistán en lo que va del año, muchos de ellos forzados por las crecientes deportaciones. Estas personas llegan con pocos recursos a un país golpeado por la pobreza y el desempleo, donde más de la mitad de la población depende de la ayuda humanitaria. El accidente ocurrió justo un día después de que el gobierno iraní anunciara que otros 800.000 afganos debían abandonar su territorio antes de marzo, lo que anticipa un aumento en estos peligrosos retornos.