La administración Trump ha intensificado su presión sobre Venezuela mediante el despliegue de fuerzas militares en el mar Caribe, bajo el pretexto de la lucha antinarcóticos. Esta escalada se ha visto reforzada por el apoyo de Ecuador, que ha declarado al "Cártel de los Soles" como una organización terrorista, alineándose con la narrativa de Washington. El gobierno estadounidense ha ordenado el despliegue de una fuerza naval que incluye más de 4,000 marines en el Caribe, una movilización descrita como la más grande desde la invasión a Panamá. Oficialmente, la misión es combatir el narcotráfico, pero es ampliamente interpretada como una medida de presión directa contra el gobierno de Nicolás Maduro. El secretario de Estado, Marco Rubio, y la fiscal general, Pam Bondi, han calificado al gobierno venezolano como una “organización criminal” y a Maduro como líder del “Cártel de los Soles”, una organización que, según EE.
UU., estaría vinculada a altos mandos militares venezolanos.
Además, se mantiene una recompensa de 50 millones de dólares por la captura de Maduro. En un movimiento que refuerza esta postura, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, declaró también al “Cártel de los Soles” como una organización terrorista, lo que podría aumentar las tensiones diplomáticas con Venezuela. Críticos de esta política, como el Congreso de los Pueblos en Colombia, la consideran una “reedición del Plan Colombia” y una continuación de la Doctrina Monroe, advirtiendo que podría “incendiar la frontera colombo-venezolana”.
En resumenEstados Unidos ha renovado su postura de línea dura contra Venezuela, combinando una demostración de fuerza militar en el Caribe con una retórica enérgica y sanciones, una política que ahora es secundada por aliados regionales como Ecuador. Este enfoque señala una preferencia por la coerción sobre la diplomacia, lo que intensifica las tensiones regionales y solidifica el enfrentamiento geopolítico con el gobierno de Maduro.