Las afirmaciones de Trump provocaron una respuesta inmediata y contundente por parte de las autoridades colombianas.
El presidente Gustavo Petro refutó las cifras, señalando que "Bogotá tiene entre 11 y 12 homicidios por cada 100.000 habitantes, mientras que Washington tiene 25.
Washington es dos veces más violenta".
Petro añadió enfáticamente: "Los Estados Unidos tienen que aprender a respetarnos".
Por su parte, el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, también defendió a la ciudad, presentando datos sobre la reducción de la pobreza, el crecimiento económico y mejoras en seguridad, concluyendo que "Bogotá está lejos de ser uno de los peores lugares del mundo". La medida de militarizar Washington D.C. ha sido criticada por la alcaldesa local, Muriel Bowser, como "alarmante e inédita", mientras que residentes y análisis estadísticos citados en los artículos contradicen la percepción de una criminalidad desbordada, señalando que la tasa de crímenes violentos ha disminuido. Este episodio evidencia cómo la política interna estadounidense puede generar fricciones diplomáticas, utilizando a ciudades latinoamericanas como punto de comparación en debates sobre seguridad.