Kiev y sus aliados europeos temen que se llegue a un acuerdo sobre el conflicto ucraniano sin su participación, lo que podría implicar concesiones territoriales inaceptables. Ante este escenario, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha sido enfático al exigir que "todo lo discutido sobre Ucrania debe ser discutido con Ucrania" y ha presionado por una reunión trilateral. En una videoconferencia previa, líderes europeos, incluyendo al canciller alemán Friedrich Merz, se unieron a Zelenski para consolidar una postura común frente a Washington, reclamando un alto al fuego que incluya "garantías de seguridad sólidas" para Ucrania.
La presión parece haber surtido efecto, ya que Trump advirtió a Rusia que enfrentará "consecuencias severas" si no pone fin a la guerra.
Por su parte, el Kremlin, a través del presidente Putin, reconoció los "esfuerzos bastante enérgicos y sinceros" de la administración estadounidense para buscar una salida al conflicto y señaló que se explorará el "enorme potencial" económico entre ambas naciones. Mientras la diplomacia avanza, la situación en el terreno se agrava, con informes que indican que las tropas rusas han logrado su mayor avance en el Donbás en más de un año, lo que añade urgencia a las negociaciones. Como gesto previo a la cumbre, Rusia y Ucrania realizaron un canje de 84 prisioneros de guerra, aunque la desconfianza persiste.