La inminente cumbre entre los presidentes Donald Trump de Estados Unidos y Vladimir Putin de Rusia, programada para el 15 de agosto en Alaska, ha generado una intensa actividad diplomática y una notable preocupación entre los aliados europeos y Ucrania. El objetivo central del encuentro es discutir un posible fin a la guerra en Ucrania, que ya supera los tres años, pero la exclusión inicial de Kiev de las conversaciones directas ha encendido las alarmas sobre un acuerdo que podría decidirse a sus espaldas. El presidente Trump adelantó que la reunión podría incluir "algún intercambio de territorios", una declaración que fue rechazada de inmediato por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien afirmó categóricamente: "Los ucranianos no entregarán su tierra al ocupante". Zelenski y líderes de la Unión Europea han insistido en que "ninguna decisión sobre el futuro del país puede tomarse sin su participación". En respuesta a la presión, la Casa Blanca no descartó invitar a Zelenski a una cumbre trilateral posterior.
Líderes europeos, incluyendo a Francia, Alemania y el Reino Unido, emitieron una declaración conjunta apoyando los esfuerzos diplomáticos, pero subrayando que cualquier acuerdo debe respetar la soberanía ucraniana y estar precedido por un alto el fuego. Por su parte, Hungría, a través de su ministro de Exteriores, Péter Szijjártó, calificó las negociaciones como un "alivio", expresando la esperanza de que el encuentro personal entre Trump y Putin devuelva la paz a Europa Central. La cumbre se produce en un contexto de alta tensión, donde EE. UU. ha incrementado la presión arancelaria sobre India para que deje de comprar petróleo ruso, principal fuente de financiación de la guerra para el Kremlin.
En resumenLa cumbre entre Trump y Putin en Alaska para tratar el fin de la guerra en Ucrania ha provocado una fuerte reacción de Kiev y sus aliados europeos, quienes exigen ser parte de cualquier negociación. La posibilidad de concesiones territoriales sin el consentimiento ucraniano es el principal punto de tensión, mientras el mundo espera si el encuentro bilateral logrará trazar un camino hacia la paz o si profundizará las divisiones existentes.