Los países más afectados son Brasil e India, a los que se les impuso un arancel del 50%.
En el caso de India, la medida es una represalia directa por sus continuas compras de petróleo ruso, una acción que Washington interpreta como un apoyo a la economía de guerra del Kremlin.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, reaccionó declarando que no se "humillará" y que buscará una respuesta conjunta con los BRICS.
La embajada de EE.
UU. en Brasil también ha generado polémica por presionar al juez Alexandre de Moraes, relator del juicio contra Jair Bolsonaro, lo que ha sido calificado como una injerencia por el gobierno de Lula.
Otros países como Siria (41%), Suiza (39%) y Canadá (35%) también enfrentan gravámenes elevados.
Colombia, por su parte, afrontará una tasa del 10% sobre sus exportaciones.
La Unión Europea ha expresado su confianza en que Estados Unidos respete los acuerdos previos y las inversiones bilaterales, mientras que Japón ha señalado que Washington aplicó incorrectamente un arancel acordado y que se pactó una corrección con reembolso. La situación con China sigue siendo tensa; aunque se mantiene una "tregua arancelaria" hasta el 12 de agosto, Pekín ha reforzado sus lazos comerciales con África, Latinoamérica y la UE para compensar la menor demanda estadounidense.