Las altas temperaturas, que han superado los 45 °C en algunas zonas, combinadas con la sequía y fuertes vientos, han creado las condiciones perfectas para la propagación rápida e incontrolable del fuego. En Francia, se vive el peor incendio del verano cerca de Narbona, donde las llamas han consumido más de 17.000 hectáreas en solo tres días, causando la muerte de una persona, dejando al menos 13 heridos y dañando 36 viviendas. Más de 2.000 bomberos, apoyados por medios aéreos, luchan contra un fuego que los expertos califican como uno de los más rápidos registrados en la historia del país. En Grecia, las regiones de Ática y Peloponeso, así como varias islas, enfrentan graves incendios que han obligado a la evacuación de miles de personas. El gobierno ha activado la alerta roja y recibe ayuda de Francia, Italia y Alemania.
Italia no se queda atrás, con focos activos en Cerdeña, Calabria y Sicilia, donde las temperaturas extremas han provocado pérdidas severas en la agricultura. En España, las regiones de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha son las más afectadas, con más de 12.000 hectáreas calcinadas en agosto. En Andalucía, las autoridades ordenaron la evacuación de 1.500 personas en Tarifa. La Unión Europea ha activado el Mecanismo de Protección Civil para coordinar la ayuda entre los países miembros, mientras la ONU y diversas ONG ambientales alertan sobre la clara conexión entre estos desastres y la crisis climática.