Esta propuesta ha sido rechazada por Jordania y por Hamás, que advirtió que trataría a cualquier fuerza impuesta como una "fuerza de ocupación".

La decisión ha generado divisiones internas en Israel, con altos mandos militares como el jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, advirtiendo que "ocupar la Franja arrastrará a Israel a un agujero negro". Las familias de los rehenes también han expresado su temor, afirmando que la ofensiva pone en riesgo la vida de sus seres queridos. La comunidad internacional ha reaccionado con firmeza; la ONU alertó sobre las "consecuencias catastróficas" del plan, mientras que Alemania anunció la suspensión inmediata de las exportaciones de equipo militar que pueda ser usado en Gaza. Por su parte, Médicos Sin Fronteras (MSF) denunció que los puntos de distribución de alimentos de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), respaldada por Israel y EE. UU., son "escenas de masacres orquestadas" y "trampas mortales" para los civiles palestinos.