En paralelo a la escalada militar, el gobierno taiwanés ha endurecido su política migratoria, anunciando que exigirá a los ciudadanos chinos que renuncien a su pasaporte para poder obtener la residencia en la isla. Esta medida administrativa refleja la creciente desconfianza y la distancia política entre ambos lados del estrecho.

Analistas internacionales advierten que la combinación de acciones militares y políticas restrictivas podría intensificar el conflicto si no se restablecen los canales diplomáticos de alto nivel. La situación actual es vista como una de las más delicadas en años, con un riesgo creciente de que un error de cálculo pueda desencadenar un enfrentamiento directo.