El 1 de agosto, Tailandia devolvió a dos soldados camboyanos que habían sido capturados durante los enfrentamientos. Simultáneamente, Bangkok organizó una visita para una delegación internacional de militares y embajadores a una de las provincias tailandesas afectadas por los combates, en un claro intento de mostrar su versión de los hechos a la comunidad internacional. Por su parte, las autoridades de Camboya también realizaron una visita a las zonas destruidas en su territorio, evidenciando los daños sufridos.
El origen del conflicto se remonta a la época del imperio jemer y se agudizó tras una defectuosa reorganización de fronteras durante la colonización francesa en el siglo XX. Aunque el templo fue fundado por el imperio jemer, ambas naciones lo reclaman como propio, lo que ha provocado enfrentamientos armados intermitentes durante décadas.
La situación actual demuestra que, aunque las armas han callado temporalmente, la disputa diplomática y la desconfianza mutua continúan latentes, manteniendo a la región como un punto de potencial conflicto.