En respuesta, el presidente Trump ordenó el despliegue inmediato de submarinos con capacidad nuclear en ubicaciones no especificadas de los océanos Atlántico y Pacífico. A través de su red social Truth Social, Trump justificó la medida afirmando que “la defensa de Estados Unidos no será puesta en duda”.
Fuentes del Pentágono confirmaron el movimiento de al menos dos submarinos estratégicos, cada uno con capacidad para portar hasta 24 misiles balísticos intercontinentales, como parte de una “estrategia de disuasión proporcional ante amenazas explícitas”.
Otros artículos atribuyen la reacción estadounidense a comentarios del expresidente ruso Dmitri Medvédev, calificados por Trump como “tontos e incendiarios”.
Aunque la maniobra no implica un uso inminente del armamento, representa una advertencia directa y una demostración de fuerza sin precedentes recientes, elevando dramáticamente el riesgo de un error de cálculo en las ya deterioradas relaciones entre Washington y Moscú. Analistas internacionales advierten que, más allá del contenido literal, las declaraciones rusas reflejan una postura más agresiva del círculo de poder en Moscú.