El conflicto se ha intensificado rápidamente, con bombardeos tailandeses que, según reportes, han causado la muerte de civiles, incluyendo niños. El gobierno de Camboya en Phnom Penh ha condenado enérgicamente los ataques y ha solicitado una intervención urgente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para detener la agresión. Por su parte, Tailandia ha manifestado su intención de buscar la mediación del bloque del Sudeste Asiático (ASEAN) para encontrar una solución diplomática al conflicto. La comunidad internacional observa con preocupación la situación, que amenaza la estabilidad en una región ya marcada por complejas disputas geopolíticas. La crisis humanitaria se agrava con el desplazamiento masivo de civiles que huyen de la violencia, mientras las esperanzas de una desescalada inmediata parecen lejanas ante la retórica beligerante de ambas partes.
