La inversión se canalizará a través del nuevo “American Manufacturing Program”, que suma 100 mil millones de dólares al compromiso previo de 500 mil millones. Este programa busca relocalizar la producción de componentes críticos, como chips semiconductores y el vidrio para iPhone y Apple Watch, que ahora se fabricará en una nueva planta de Corning en Kentucky. El presidente Trump aplaudió el anuncio, calificándolo como “un paso significativo hacia la meta final de asegurar que los iPhones vendidos en Estados Unidos también se fabriquen en Estados Unidos”. La medida responde a la presión de la administración, que amenazó con imponer un arancel del 25 % a los iPhones si la producción no se trasladaba desde Asia.
Con este compromiso, Apple no solo busca mitigar riesgos arancelarios, sino también construir una narrativa de marca más ligada al “hecho en EE.
UU.”, lo que podría ser un diferenciador clave para futuros lanzamientos como el iPhone 18.
La compañía también planea contratar 20.000 nuevos empleados directos en áreas de alta tecnología y fortalecer su cadena de suministro con socios como TSMC, Samsung y Texas Instruments en suelo estadounidense.