Estos casos demuestran cómo el vínculo entre humanos y caninos trasciende la simple compañía, abarcando tanto el ámbito profesional como el afectivo.

Por un lado, en Santa Marta, un perro antinarcóticos de la Policía Metropolitana llamado ‘Fox’ se convirtió en protagonista de un importante operativo. Gracias a su agudo olfato, alertó a los uniformados sobre la presencia de estupefacientes en una encomienda, lo que llevó a la incautación de quinientas dosis de marihuana. Este hecho resalta el papel fundamental de los caninos entrenados en la lucha contra el crimen, donde su capacidad sensorial y su disciplina son indispensables para las labores de detección y control que realiza la fuerza pública. El coronel Jaime Hernán Ríos Puerto destacó que estos animales son un componente clave para combatir el microtráfico y las rentas criminales.

En un plano completamente distinto, pero igualmente significativo, la comunidad de Guarne, Antioquia, despidió con profundo pesar a Roger, un perro que se convirtió en una figura emblemática del instituto de deportes local. Roger, quien llegó a las instalaciones hace años, se ganó el cariño de todos al asumir espontáneamente el rol de “perrito recogepelotas” en las canchas de tenis. Su muerte, producto de un deterioro en su salud, fue lamentada por el Inder Guarne, que expresó: “Roger llenó de alegría, ternura y energía cada rincón que habitó”. La decisión de dejarlo partir fue descrita como “un acto de amor” para evitarle más sufrimiento. Ambas historias, la del profesional ‘Fox’ y la del entrañable Roger, reflejan el amplio espectro de la relación humano-canina en Colombia: una que valora tanto su capacidad de trabajo y servicio como su incondicional compañía y el profundo lazo emocional que forjan con las personas.