Sin embargo, la reacción no es puramente física.

Este gesto también funciona como una forma de contacto social que refuerza el vínculo entre el felino y su cuidador. Al permitir ser tocado en una zona vulnerable, el gato demuestra un alto nivel de confianza y seguridad en la relación. Otra explicación está ligada al comportamiento reproductivo, especialmente en hembras no esterilizadas.

Durante el celo, el estímulo en la base de la cola puede aliviar la incomodidad de su estado, aunque tanto machos como hembras pueden sentir placer en esta zona sin un componente sexual. Para algunos gatos, las palmadas se convierten en una forma de juego que puede desencadenar conductas como correr o frotarse contra objetos. Además, el contacto puede asemejarse a la sensación del acicalamiento en una parte del cuerpo que no logran alcanzar con facilidad.

Finalmente, este tipo de interacción física puede funcionar como un mecanismo para liberar estrés o tensión.

No obstante, los expertos aclaran que no a todos los gatos les agrada este contacto, por lo que es fundamental observar las señales del animal.