Esta decisión estratégica busca impulsar la migración masiva hacia Windows 11, su sistema operativo más reciente, que ofrece mayor seguridad, mejor rendimiento y compatibilidad con inteligencia artificial. Sin embargo, no todos los equipos que actualmente usan Windows 10 son compatibles con la nueva versión, ya que esta requiere especificaciones de hardware más modernas, como un chip TPM 2.0.
Microsoft recomienda a los usuarios utilizar la herramienta "PC Health Check" para verificar la compatibilidad de sus dispositivos. Para aquellos usuarios y empresas que no puedan actualizar de inmediato, Microsoft ofrecerá un programa de pago llamado Extended Security Updates (ESU), que permitirá recibir parches de seguridad por un tiempo limitado, posiblemente hasta por tres años con un costo incremental anual. Para clientes del sector educativo, el precio será de 1, 2 y 4 dólares por dispositivo en cada año respectivo. El fin de este ciclo de vida no solo representa un desafío de seguridad, sino también un problema de sostenibilidad, ya que podría generar una cantidad masiva de residuos electrónicos si los usuarios se ven obligados a desechar hardware funcional pero incompatible. La medida marca el cierre de una era de más de una década para Windows 10 y simboliza el paso definitivo de Microsoft hacia una nueva generación de software enfocado en la nube, la seguridad proactiva y la IA integrada.













