Este declive contrasta fuertemente con las temporadas anteriores, que habían logrado calificaciones de 95 % y 79 %, respectivamente. El impacto también se sintió en las cifras de reproducción: con 7,3 millones de visualizaciones en su primera semana, la serie atrajo a menos de la mitad de la audiencia de su entrega previa. La salida de Cavill, quien había forjado una conexión sólida con los fanáticos del personaje, es señalada como el principal catalizador de este fracaso. La comunidad de seguidores percibe el cambio como un desacierto que alteró la identidad fundamental del proyecto. A este descontento se suman críticas sobre el rumbo narrativo, que, en un intento por alcanzar una escala épica “al estilo Game of Thrones”, perdió la claridad y la esencia más contenida que caracterizó sus inicios. A pesar de que Netflix ha confirmado una quinta y última temporada, el futuro de la que fue una de sus series insignia es incierto, enfrentando el reto de recuperar la confianza de una audiencia escéptica.