Estas declaraciones provocaron una reacción inmediata.

El presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), Brendan Carr, designado por Donald Trump, calificó los comentarios de “enfermizos” y amenazó con tomar medidas regulatorias contra la cadena, lo que alarmó a los demócratas. La suspensión fue celebrada por el propio Trump y legisladores republicanos.

En contraste, la comunidad del entretenimiento reaccionó con indignación.

Presentadores como Jon Stewart, Stephen Colbert y Jimmy Fallon defendieron a Kimmel, calificando la medida como un “ataque a la libertad de expresión” y “censura descarada”. Actores como Ben Stiller y Jean Smart, junto a sindicatos como el Writers Guild of America y SAG-AFTRA, emitieron comunicados de apoyo, argumentando que las declaraciones de Kimmel estaban protegidas por la Primera Enmienda. La controversia escaló al punto de convocarse protestas en defensa del presentador, evidenciando la profunda división en el país y el delicado equilibrio entre la comedia, la crítica política y la presión corporativa.