Millones de manifestantes salieron a las calles en las principales ciudades de Estados Unidos bajo el lema "No Kings" (Sin Reyes), en una masiva jornada de protesta contra lo que describen como la deriva autoritaria del presidente Donald Trump. Las movilizaciones, coordinadas en más de 2.700 puntos en todo el país y con réplicas en ciudades como Londres y Madrid, reflejan la profunda fractura política que vive la nación norteamericana. Las protestas, respaldadas por organizaciones de la sociedad civil como la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) y MoveOn, denuncian la militarización de las ciudades, la persecución de inmigrantes, las intimidaciones a medios de comunicación y las venganzas contra rivales políticos atribuidas a Trump.
Figuras prominentes como el científico Bill Nye y el senador demócrata Bernie Sanders participaron en la marcha principal en Washington D.C.
Sanders advirtió que “es un peligro tener un presidente que quiere cada vez más y más poder en sus manos”.
Los organizadores eligieron el color amarillo como símbolo de su movimiento, en afinidad con las protestas prodemocráticas de Hong Kong en 2019. La jornada se desarrolló en un clima de alta tensión, con el temor a un nuevo despliegue de la Guardia Nacional para contener las manifestaciones, una medida que críticos consideran una táctica de intimidación para silenciar a la disidencia. Simpatizantes de Trump, por su parte, han condenado las protestas como una manifestación de “odio contra América”.
En resumenEl movimiento "No Kings" movilizó a millones de personas en Estados Unidos y en el extranjero para protestar contra las políticas del presidente Donald Trump, a las que califican de autoritarias. Las masivas manifestaciones, que contaron con el apoyo de importantes figuras públicas, evidencian la creciente polarización política y la preocupación por el estado de la democracia en el país.