La operación consistió en intercambiar TES con vencimientos entre 2025 y 2050 por nuevos títulos que madurarán entre 2029 y 2058. La demanda del mercado superó las expectativas, con ofertas por 49,2 billones de pesos, lo que fue interpretado como una señal de confianza de los inversionistas en la gestión de la deuda del país. Según el Ministerio de Hacienda, este canje generará un ahorro fiscal estimado en 1,7 billones de pesos para 2025 y reducirá el saldo de la deuda pública local en cerca de 8 billones de pesos. El director de Crédito Público, Javier Cuéllar, afirmó que la operación consolida la reducción de la relación deuda/PIB y disminuye "de manera ostensible el riesgo de refinanciación".

Sin embargo, algunos análisis señalan que, si bien la medida ofrece un "respiro contable" a corto plazo, no resuelve los desequilibrios estructurales del gasto público.

Además, se argumenta que este tipo de operaciones benefician principalmente a la banca, que obtiene comisiones y prefiere invertir en TES de bajo riesgo en lugar de canalizar crédito hacia el sector productivo, limitando el acceso a financiamiento para empresas y hogares.