A cambio, Israel liberará a unos 1.950 prisioneros palestinos, entre ellos 250 condenados a cadena perpetua.

El jefe negociador de Hamás, Khalil al-Hayya, afirmó haber recibido "garantías de los mediadores hermanos y de la administración de Estados Unidos, confirmando que la guerra ha terminado por completo". Sin embargo, el acuerdo enfrenta la oposición de sectores de ultraderecha en el gobierno de Benjamín Netanyahu, como el ministro Itamar Ben Gvir, quien calificó la liberación de "miles de terroristas" como un "precio insoportable". Paralelamente, la ONU ha preparado un ambicioso plan humanitario de 60 días para desplegar 170.000 toneladas de suministros esenciales en Gaza, buscando alimentar a 2,1 millones de personas y restaurar servicios básicos de agua y salud, para lo cual solicita el ingreso de 1,9 millones de litros de combustible semanales.

La comunidad internacional, incluyendo a la ONU y líderes europeos, ha celebrado el pacto como una "oportunidad trascendental".