Sin embargo, aliados del secretario de Estado, Marco Rubio, consideraron que estas gestiones diplomáticas generaban “confusión”. El gobierno estadounidense ha preparado diversos escenarios de escalada militar, que podrían incluir operaciones para remover a Maduro del poder, a quien Rubio ha calificado como un “fugitivo de la justicia estadounidense” y “un gobernante ilegítimo”. La presión se ha intensificado con el aumento de la recompensa por la captura de Maduro a 50 millones de dólares. Un funcionario de la Casa Blanca aseguró que Trump está dispuesto a usar “todos los elementos del poder estadounidense” para frenar el narcotráfico, cerrando la puerta a futuras negociaciones. En paralelo, el Pentágono ha confirmado una serie de ataques marítimos en aguas internacionales cerca de Venezuela, resultando en la muerte de presuntos narcotraficantes. Estas acciones se producen después de que la Casa Blanca notificara al Congreso que Estados Unidos mantiene un “conflicto armado” con los carteles de la droga, a los que catalogó como organizaciones terroristas. Esta declaración, sumada al fin de la diplomacia, sugiere una ampliación del uso de la fuerza que podría extenderse a territorio venezolano, a pesar de las advertencias de expertos sobre el riesgo de un conflicto prolongado y la desestabilización regional.
