Delegaciones de Israel y Hamás llegaron a Egipto para iniciar negociaciones indirectas sobre el plan de paz propuesto por el presidente estadounidense Donald Trump para poner fin a la guerra en Gaza. El encuentro, que se produce a dos días del segundo aniversario del ataque del 7 de octubre, se centra en la liberación de rehenes a cambio de prisioneros palestinos, aunque Israel no ha cesado sus bombardeos. Las conversaciones se llevan a cabo en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheij, con la mediación de Estados Unidos, representado por el enviado Steve Witkoff y Jared Kushner. La delegación de Hamás, encabezada por su jefe negociador Jalil Al Hayya, llegó procedente de Doha, mientras que Israel envió un equipo liderado por el ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer. Un alto cargo de Hamás declaró que el movimiento está "muy interesado en alcanzar un acuerdo para poner fin a la guerra e iniciar inmediatamente el proceso de intercambio de prisioneros". El plan de Trump contempla un alto el fuego, la liberación de los 47 rehenes que siguen en Gaza, la retirada por etapas del ejército israelí y el desarme del grupo islamista. Sin embargo, la viabilidad del acuerdo enfrenta grandes desafíos.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, advirtió que Hamás debe aceptar el plan "en su totalidad" y que, de lo contrario, Israel terminará el trabajo "por las buenas o las malas". Por su parte, el representante diplomático estadounidense Marco Rubio declaró que los bombardeos israelíes "tendrán que cesar" para poder liberar a los rehenes. En medio de la tensión, el papa León XI hizo un llamado a un "alto al fuego y la liberación de los rehenes" para alcanzar "una paz justa y duradera", y expresó su preocupación por el "aumento del odio antisemita en el mundo".
En resumenEn un esfuerzo diplomático clave, delegaciones de Israel y Hamás se encuentran en Egipto para negociar un plan de paz impulsado por EE. UU., centrado en un intercambio de rehenes por prisioneros. A pesar del interés de Hamás en un acuerdo inmediato y los llamados internacionales a un alto al fuego, las negociaciones se desarrollan en un clima de desconfianza, con Israel manteniendo su ofensiva militar y exigiendo la aceptación total del plan.