El presidente Gustavo Petro reaccionó enérgicamente, afirmando que las víctimas no eran narcoterroristas, sino “jóvenes caribeños pobres”.
El secretario de Guerra de EE.
UU., Pete Hegseth, confirmó la operación, realizada por orden directa del presidente Donald Trump.
Según Hegseth, el ataque destruyó una “embarcación narcotraficante afiliada a organizaciones designadas como terroristas” que transportaba suficientes drogas para “envenenar” a miles de personas en Estados Unidos. Este es el quinto ataque de este tipo en los últimos meses en el Caribe, con un saldo total de al menos 21 fallecidos. La Casa Blanca justificó estas acciones en el marco de un “conflicto armado no declarado” contra los carteles de la droga. Sin embargo, la respuesta del presidente de Colombia fue de total rechazo. A través de su cuenta de X, Petro aseguró: “En las lanchas no van narcoterroristas.
Los narcos viven en Estados Unidos, Europa y Dubái.
En esa lancha van jóvenes caribeños pobres”.
El mandatario colombiano cuestionó la proporcionalidad de la fuerza empleada, calificando el uso de misiles como un “asesinato” y argumentando que la interceptación es una alternativa viable, como lo demuestra la práctica de las autoridades colombianas. Este incidente agrava las tensiones en la región, donde el gobierno venezolano también ha denunciado la presencia militar estadounidense como una provocación, mientras que el gobierno de Petro marca una clara distancia de las estrategias de su principal aliado en la lucha antinarcóticos.