El incidente ocurrió cuando una falla geomecánica provocó el colapso de un túnel, dejando a los trabajadores atrapados a una profundidad de aproximadamente 80 metros. La rápida reacción de los equipos de emergencia fue crucial, ya que lograron establecer comunicación con los mineros casi de inmediato. A través de mangueras y ductos habilitados de forma improvisada, se les pudo suministrar alimentos, mantas térmicas, oxígeno y asistencia médica básica, lo que fue fundamental para mantener su bienestar durante el encierro. Las labores de rescate se centraron en habilitar una vía alterna segura para la evacuación, aplicando protocolos estrictos para evitar nuevos colapsos.
Uno a uno, los mineros fueron extraídos de manera ordenada y controlada.
Tras el rescate, fueron trasladados a centros médicos de la región para una evaluación exhaustiva.
Afortunadamente, ninguno de los trabajadores presenta complicaciones graves de salud; algunos recibieron tratamiento por deshidratación y estrés. El éxito de la operación ha sido celebrado como un ejemplo de coordinación y eficacia en la respuesta a emergencias mineras.