A su regreso, Petro minimizó el hecho, declarando: “Llegué a Bogotá y me encuentro que ya no tengo visa a Estados Unidos.

Para ir a Ibagué a la gran concentración tolimense por la democracia no necesito visa”.

Mencionó también su ciudadanía italiana como alternativa para viajar, aunque algunos análisis sugieren que esto no le permitiría eludir las bases de datos migratorias estadounidenses. La situación escaló cuando altos funcionarios de su gobierno mostraron solidaridad; la canciller Rosa Villavicencio renunció a su visa, calificándolo como “un acto de dignidad frente a la inaceptable decisión”, y afirmó que “nuestra soberanía no se arrodilla”. El secretario jurídico de la Presidencia, Augusto Ocampo, tomó una medida similar. El episodio ha polarizado al país: mientras el oficialismo lo enmarca como una defensa de la soberanía, la oposición lo califica como una “vergüenza internacional”. El precandidato presidencial Daniel Palacios incluso solicitó formalmente a Italia que revise la ciudadanía de Petro.