UU. a “desobedecer órdenes e incitar a la violencia”.

A través de su embajada en Bogotá, el gobierno norteamericano calificó las acciones del mandatario como “imprudentes e incendiarias”. En respuesta, el presidente Petro afirmó que la medida rompe “todas las normas de inmunidad en que se basa el funcionamiento de las Naciones Unidas” y propuso buscar una sede para la ONU en un país “completamente neutral”. La Cancillería colombiana respaldó esta postura en un comunicado oficial, argumentando que “negar o revocar una visa -como arma diplomática- atenta al espíritu de la Carta de 1945” y que Estados Unidos está obligado por el Acuerdo de Sede de 1947 a garantizar el ingreso de las delegaciones. El ministerio añadió que “alzar la voz para denunciar hechos que afectan a la población palestina no puede ser interpretado como un acto contrario al derecho”.

La situación ha generado una ola de reacciones en Colombia. Más de 500 empresarios y líderes gremiales, junto a varios precandidatos presidenciales, firmaron cartas de rechazo a las declaraciones de Petro, calificándolas de “espectáculo bochornoso” y advirtiendo sobre las graves consecuencias diplomáticas y económicas para el país. El analista Daniel Coronell señaló que “en su afán por construir su pedestal de mártir, el presidente Gustavo Petro se está llevando por delante a Colombia”.