La reacción del presidente Petro fue contundente y se centró en la soberanía nacional. “Se acaba la dependencia del Ejército de Colombia y de sus Fuerzas Militares del armamento de los Estados Unidos.

No más limosnas ni regalos”, afirmó, argumentando que un país que no puede soportar sus propias fuerzas armadas no es soberano.

Sin embargo, esta postura contrasta con la visión del ministro de Defensa, general (r) Pedro Sánchez, quien calificó la idea como “irresponsable” en el corto plazo, debido a la dependencia crítica de equipos estadounidenses como los helicópteros Black Hawk, fundamentales en la lucha contra el narcotráfico. La decisión de Petro es vista por analistas como un movimiento político para reforzar su discurso antimperialista de cara a las elecciones de 2026, aunque en la práctica podría debilitar las capacidades operativas de las Fuerzas Armadas, que dependen de la tecnología, los repuestos y el mantenimiento de EE.

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