Su retención, que duró más de 20 horas, generó una movilización masiva de la comunidad, incluyendo a las guardias indígena, cimarrona y campesina, quienes exigieron su liberación.

Según las autoridades locales, esta presión social fue determinante para que sus captores lo dejaran en libertad en la zona urbana del municipio. Casi simultáneamente, en Puerto Tejada, un patrullero de la Policía Nacional fue asesinado a sangre fría mientras realizaba labores de patrullaje en el barrio Betania, en un ataque que interrumpió la celebración del aniversario del municipio. Este crimen se suma a la preocupante seguidilla de ataques contra la fuerza pública en la región. Adicionalmente, en el corregimiento de El Carmelo, Cajibío, presuntas disidencias de las Farc ejecutaron un ataque de más de dos horas contra la subestación de Policía, resultando en la muerte del patrullero David Fabián Rodríguez Navarro y dejando herido al uniformado ibaguereño Andrés Mauricio Piña. Estos actos, junto a la incineración de un bus de servicio intermunicipal en Miranda, pintan un panorama desolador que mantiene en alerta a la población civil y exige una respuesta contundente del Estado para restablecer el orden y garantizar la seguridad en uno de los departamentos más golpeados por la violencia en Colombia.