La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) emitió su primera sentencia contra miembros de la Fuerza Pública, condenando a 12 exmilitares del Batallón La Popa por su responsabilidad en 135 ejecuciones extrajudiciales en el Cesar entre 2002 y 2005. Esta decisión histórica establece un precedente crucial en la justicia transicional colombiana al imponer la máxima pena restaurativa de ocho años. La sentencia de 584 páginas detalla que los crímenes no fueron actos aislados de “manzanas podridas”, sino el resultado de un “orden institucional alterado” que operó sistemáticamente en alianza con grupos paramilitares para fabricar bajas en combate en el marco de la política de Seguridad Democrática del gobierno de Álvaro Uribe. El magistrado Alejandro Ramelli, presidente de la JEP, afirmó: “No podemos caer en la tentación del negacionismo histórico, estos crímenes internacionales sí existieron”. La JEP identificó dos patrones macrocriminales: la alianza con paramilitares para obtener víctimas y el asesinato de personas vulnerables engañadas con falsas promesas.
Los 12 militares, entre oficiales, suboficiales y soldados, fueron condenados por crímenes de guerra y lesa humanidad como desaparición forzada, asesinato y tortura. La pena de ocho años es la misma impuesta a los excomandantes de las FARC por secuestro, lo que demuestra, según la JEP, un trato equitativo para los máximos responsables de ambos bandos del conflicto. Los condenados no irán a prisión, pero tendrán restricciones efectivas de libertad, debiendo residir en Valledupar y participar en seis proyectos restaurativos (TOAR) enfocados en la memoria y reparación de las comunidades víctimas, principalmente los pueblos indígenas Kankuamo y Wiwa de la Sierra Nevada de Santa Marta.
En resumenLa sentencia es un hito en la justicia transicional de Colombia, responsabilizando a miembros del Ejército por crímenes sistemáticos y aplicando sanciones restaurativas en lugar de cárcel. La decisión subraya el compromiso de la JEP con una justicia equilibrada, imponiendo estándares similares a exguerrilleros y agentes del Estado, y priorizando la reparación a las víctimas y sus territorios.