En contraste, el sector primario (agro y minería) registró una caída del 1,6%.

A pesar de esta reactivación, las finanzas públicas enfrentan un desafío mayúsculo.

El déficit fiscal acumulado entre enero y julio alcanzó el 4,3% del PIB, equivalente a más de 77,3 billones de pesos, la cifra más alta para este período desde 2004. Analistas proyectan que el déficit podría cerrar el año por encima del 7,1% estimado por el Gobierno, llegando incluso al 8%. Paralelamente, el sector energético ha encendido las alarmas por un posible racionamiento de gas en la región Caribe durante el mes de octubre. El mantenimiento programado de la planta de regasificación de Cartagena, que suministra cerca del 17% del gas del país, obligará a restringir el suministro al sector industrial para priorizar la generación de energía térmica y el consumo residencial, evitando así un apagón. Gremios como Andeg y Promigas han advertido que la oferta de gas en el país es “demasiado estrecha” y han instado al Gobierno a retomar la exploración y facilitar proyectos de importación para evitar una crisis de abastecimiento a partir de diciembre.