El Consejo Nacional Electoral (CNE) aprobó la fusión de varios partidos de la coalición de gobierno en un único partido político, pero tomó una decisión que desbarata los planes del petrismo de cara a las elecciones de 2026: dejó por fuera del proceso a Colombia Humana, el movimiento del presidente Gustavo Petro, y a Progresistas, liderado por la senadora y precandidata María José Pizarro. Esta determinación condiciona la unidad de la izquierda y pone en riesgo la consulta interna programada para octubre. La autoridad electoral dio luz verde a la unión del Polo Democrático Alternativo, la Unión Patriótica y el Partido Comunista Colombiano, que ahora actuarán como una sola colectividad. Sin embargo, argumentó que Colombia Humana no cumplió con los requisitos estatutarios de quórum en la asamblea que aprobó la fusión, mientras que Progresistas carece de personería jurídica para participar en el proceso. La decisión implica que los partidos excluidos tendrían que presentar listas separadas al Congreso, fragmentando la fuerza electoral que el Pacto Histórico buscaba consolidar. La senadora Pizarro denunció la medida como una acción “antidemocrática” para excluirla de la contienda presidencial.
“Queda claro que el cónclave que yo he venido denunciando está operando y la decisión es impedir que yo pueda ser candidata presidencial por el Pacto Histórico”, afirmó.
Ante esta encrucijada, los líderes de la coalición exploran un plan B. El precandidato Daniel Quintero propuso cambiar la consulta interna por una interpartidista el 26 de octubre, mientras que la senadora Gloria Flórez, presidenta de Colombia Humana, mencionó la posibilidad de usar encuestas combinadas con asambleas para definir las candidaturas. La coalición ha anunciado que recurrirá a herramientas jurídicas para revertir la decisión del CNE y mantener la unidad.
En resumenLa decisión del CNE de aprobar una fusión parcial del Pacto Histórico, excluyendo a Colombia Humana y Progresistas, ha generado una crisis en la coalición de gobierno. La medida amenaza con fragmentar su fuerza electoral para 2026 y ha obligado a sus líderes a buscar alternativas, como consultas interpartidistas, para mantener la unidad y la viabilidad de sus candidaturas presidenciales.