Esta decisión estratégica busca movilizar el electorado del partido y fortalecer su bancada, aunque su viabilidad depende completamente del desenlace de su proceso judicial por presunto fraude procesal y soborno de testigos. El anuncio, realizado por el director del partido, Gabriel Vallejo, confirma una movida que redobla la importancia de la contienda legislativa de 2026. Al ubicar a Uribe en una posición simbólica pero de alto impacto electoral, el Centro Democrático busca asegurar una votación significativa que arrastre a toda la lista. Históricamente, el partido obtuvo un máximo de 19 senadores en 2018, por lo que la elección de Uribe desde el puesto 25 es muy improbable, pero su presencia en el tarjetón es un potente imán de votos. La candidatura está condicionada a que “los temas jurídicos se lo permitan”, en referencia a la condena en primera instancia que enfrenta y cuya apelación está en manos del Tribunal Superior de Bogotá. La decisión del tribunal adquiere así una dimensión política crucial: una confirmación de la condena podría inhabilitarlo, truncando la principal estrategia electoral del uribismo. Esta jugada también busca llenar el vacío de liderazgo en la lista al Senado, ya que sus figuras más votadas, como María Fernanda Cabal y Miguel Uribe, están enfocadas en la contienda presidencial. La estrategia del Centro Democrático parece ser un contrapeso a la organización ya avanzada del Pacto Histórico, que también planea una lista cerrada y unificada para el Congreso, demostrando que la batalla por el poder legislativo será tan intensa como la presidencial.
