La tensión evidencia la creciente polarización entre el Ejecutivo y varios mandatarios locales de oposición, quienes buscan exponer sus preocupaciones sobre seguridad y narcotráfico ante autoridades estadounidenses.
El ministro del Interior, Armando Benedetti, lideró la respuesta del Gobierno, calificando el viaje como un “show político”.
Aseguró que los alcaldes “están suplantando funciones que son del Gobierno Nacional, como son los temas de seguridad nacional y de orden público”, y anunció que los denunciará formalmente. Benedetti también cuestionó la agenda de los mandatarios, afirmando que “no se están reuniendo con nadie que tenga que ver con la certificación en el tema de drogas”. El presidente Gustavo Petro se sumó a las críticas, señalando que estas acciones hacen “trizas” la paz y comparó el despliegue militar estadounidense en el Caribe, que motivó el viaje, con un “atropello regional”. Desde la oposición, la respuesta fue contundente, argumentando que los alcaldes no necesitaban permiso para realizar el viaje y que su objetivo es defender los intereses de sus ciudades ante un posible riesgo de descertificación de Colombia. El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, declaró desde Washington: “Estamos acá pese a las amenazas y presiones de Petro”. El debate se centra en los límites de la diplomacia local y la coordinación con el poder central en temas de política exterior y seguridad nacional.