El presidente Volodímir Zelenski calificó el hecho como un “espantoso asesinato” y ordenó una investigación inmediata para capturar a los responsables. El partido de Parubi, Solidaridad Europea, liderado por el expresidente Petró Poroshenko, vinculó directamente el crimen con el papel de Parubi como uno de los líderes de la revolución proeuropea del Euromaidán, que derrocó al gobierno prorruso de Víktor Yanukóvich. Irina Gerashchenko, copresidenta de la bancada parlamentaria del partido, declaró estar convencida de que detrás del asesinato se encuentra “el eterno enemigo terrorista: la Federación Rusa y su quinta columna”. En contraste, Rodion Miroshnik, embajador en misión especial del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, desestimó estas acusaciones y sugirió que el asesinato podría ser una “purga” interna entre facciones políticas ucranianas, aludiendo a la rivalidad entre Zelenski y Poroshenko. El asesinato de una figura política de tan alto perfil y con un pasado tan simbólico en la confrontación con Rusia añade un nuevo y peligroso elemento a la ya tensa situación en Ucrania.
