El encuentro en el estadio Libertadores de América se interrumpió al minuto 48, con el marcador 1-1, cuando los enfrentamientos en las gradas se tornaron incontrolables. Según versiones de prensa, los disturbios comenzaron cuando hinchas chilenos, ubicados en la tribuna alta, lanzaron proyectiles y robaron una bandera local, lo que desató una respuesta brutal de la barra brava de Independiente. Videos difundidos en redes sociales muestran escenas de extrema violencia, con aficionados siendo golpeados, desnudados e incluso uno cayendo desde una tribuna.
El presidente chileno, Gabriel Boric, condenó los hechos, señalando una “evidente irresponsabilidad en la organización” y responsabilizando a la Conmebol.
La confederación, por su parte, canceló el partido por “falta de garantías de seguridad” y remitió el caso a sus órganos disciplinarios.
Medios como TyC Sports informan que la Conmebol contempla una sanción sin precedentes: la eliminación de ambos equipos del torneo, lo que clasificaría directamente a Alianza Lima a semifinales. La precaria seguridad, con solo 650 policías para un evento de alto riesgo, fue un factor determinante en el descontrol de la violencia, que mancha nuevamente al fútbol sudamericano.