Sin embargo, entidades como la Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC) han advertido sobre los riesgos que una mayor concentración podría traer. Entre los principales peligros se encuentran la posible coordinación de precios entre los dos gigantes restantes, una menor diversidad en los planes y servicios ofrecidos, y la creación de barreras de entrada para nuevos competidores. La SIC tiene el desafío de evaluar si los beneficios de la fusión, como mayores eficiencias e inversiones, superan los potenciales efectos negativos sobre la competencia. La decisión final de la superintendencia es crucial, ya que, como se menciona en uno de los análisis, "una vez aprobada la fusión seguramente en pocos meses estaremos viendo un nuevo mercado, con ofertas diferentes a las actuales".

El resultado determinará la estructura del sector para los próximos años.