Adicionalmente, la fusión enfrenta un prolongado escrutinio regulatorio.

El propio BBVA estima que el proceso de aprobación por parte de las autoridades de competencia en Bruselas podría tardar hasta tres años, lo que añade una capa de complejidad y tiempo a una operación ya de por sí contenciosa. La resistencia del Sabadell y los obstáculos regulatorios mantienen el resultado de una de las mayores operaciones corporativas de España en la incertidumbre.