La adquisición de las plantas de generación de energía Termomorichal I y II por parte de Ecopetrol, por un valor de 42 millones de dólares al empresario William Vélez, ha generado una fuerte controversia. Correos electrónicos internos de la petrolera, revelados por medios de comunicación, sugieren que la compañía no estaba obligada a realizar dicho pago al finalizar el contrato. La polémica se centra en la aparente contradicción entre la postura oficial de Ecopetrol y el análisis de su propia área jurídica. David Riaño, vicepresidente de energía de la compañía, defendió la operación asegurando que se realizó la “debida diligencia” y se determinó que era “lo mejor para el grupo Ecopetrol”.
Sin embargo, un correo electrónico interno del 8 de noviembre de 2018, redactado por el abogado senior Rolando Correa Suescún, presenta una conclusión opuesta. Dicho análisis, basado en el contrato original de tipo BOOMT (Construir, Poseer, Operar, Mantener y Transferir), establecía que si Ecopetrol esperaba hasta la finalización del plazo contractual, “no se generará para ECOPETROL S.A. obligación de hacer reconocimientos adicionales por la transferencia del activo”. La argumentación jurídica sostiene que, en este tipo de contratos, el valor de los bienes se amortiza a través de las tarifas pagadas durante su vigencia, por lo que la transferencia final no debería implicar costos adicionales. Esta interpretación choca directamente con las declaraciones de Riaño, quien negó la existencia de un derecho a adquirir los activos de forma gratuita. La revelación de estos documentos ha intensificado el escrutinio sobre la gestión financiera de la petrolera estatal y ha puesto en duda la justificación de un desembolso millonario.
En resumenLa compra de Termomorichal por parte de Ecopetrol está bajo escrutinio tras la revelación de correos internos. Un análisis jurídico de 2018 indicaba que la transferencia de los activos al final del contrato no requería pagos adicionales. Esta información contradice la defensa de la actual vicepresidencia de energía, que justificó el desembolso de 42 millones de dólares, generando dudas sobre la legalidad y conveniencia de la operación.