Las explicaciones sobre la cancelación fueron contradictorias.
Mientras los organizadores, Páramo Presenta y Ocesa, atribuyeron la decisión a “dificultades logísticas del promotor y del recinto”, el Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (IDIGER) aclaró que no otorgó el concepto favorable debido a “la falta de información y documentación técnica suficiente y oportuna” por parte del organizador para garantizar la seguridad de los asistentes.
Esta falla en los permisos generó indignación, disturbios menores e incluso desmayos entre el público. En respuesta, la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) anunció el inicio de una investigación para proteger los derechos de los consumidores. Por su parte, Luz Ángela Castro, directora de Ocesa, denunció una presunta “guerra sucia” contra el nuevo escenario, argumentando que el sistema de permisos en Bogotá es “obsoleto”. Ante la crisis, Páramo Presenta emitió un comunicado pidiendo disculpas y garantizando el reembolso del 100 % del valor de las boletas, incluyendo el costo del servicio, a través de la tiquetera oficial Ticketmaster. El incidente no solo dejó un sinsabor entre los seguidores del artista, sino que también abrió un debate sobre la rigurosidad, los tiempos y la transparencia en la aprobación de eventos de gran formato en Colombia.