Durante el lanzamiento, un hombre encapuchado se acercó al escenario y lanzó tres huevos hacia Rubiales.

Uno de los proyectiles impactó en la espalda del exdirectivo, mientras que su editor logró detener otro con la mano.

Tras el ataque, Rubiales intentó perseguir al agresor, quien fue detenido por los asistentes y posteriormente por la policía. Varios medios, como El País y Marca, reportaron que el atacante era, presuntamente, un familiar directo de Rubiales, específicamente su tío carnal llamado Luis Rubén, a quien el exdirectivo calificó de “desquiciado”. Este acto de protesta espontánea subraya la polarización que sigue generando su figura.

El título del libro, “Matar a Rubiales”, adquiere una resonancia irónica, ya que busca presentar su versión sobre lo que él considera un “asesinato” simbólico y mediático. Sin embargo, el ataque físico demuestra que el repudio social sigue activo y opacó el mensaje que intentaba transmitir.

El incidente se suma al contexto judicial que enfrenta Rubiales, no solo por la condena por agresión sexual, sino también por investigaciones de presunta corrupción durante su gestión en la RFEF. A pesar de sus intentos por defender su inocencia, afirmando que el beso fue consentido y que es víctima de una campaña de la “extrema izquierda”, la reacción pública evidencia que su imagen sigue profundamente dañada.