La primera dama de Colombia, Verónica Alcocer, se encuentra en el centro de una controversia internacional tras revelarse su ostentoso estilo de vida en Suecia, lo que ha generado un intenso escrutinio público y una enérgica defensa por parte del presidente Gustavo Petro. Este episodio ha abierto un debate sobre la transparencia, el uso de recursos y el rol de las figuras vinculadas al Ejecutivo, especialmente en un contexto de sanciones internacionales. El medio sueco Expressen, en un informe replicado por la revista Semana, detalló la vida de Alcocer en Estocolmo, describiéndola como exclusiva y rodeada de lujos. Según los reportes, frecuenta restaurantes en zonas de alto costo como Stureplan, asiste a fiestas privadas y se la ha visto en clubes exclusivos como Noppes, fundado por un amigo del rey de Suecia. Entre su círculo social se mencionan al fundador de la marca de champán Hatt et Söner, Kristofer Ruscon, y al magnate de la relojería Olof Larsson. Esta situación contrasta notablemente con su inclusión, junto al presidente Petro y su hijo Nicolás, en la 'Lista Clinton' de Estados Unidos. Las críticas apuntan a que, a pesar de la sanción, Alcocer mantiene un estilo de vida opulento, lo que ha llevado a cuestionamientos sobre el origen de los recursos que financian su estadía en Europa. El presidente Gustavo Petro ha salido en su defensa, calificando las acusaciones como una persecución de la “extrema derecha envidiosa”. En un mensaje en su cuenta de X, Petro afirmó: “Es una mujer libre, no gasta ni un peso del erario”.
Además, confirmó que están “separada de mí hace años”, aunque legalmente siguen casados, lo que añade complejidad al debate, pues Alcocer, aunque alejada de sus funciones protocolarias, podría seguir recibiendo beneficios asociados a su rol.
La controversia ha escalado al ámbito legal, con denuncias penales ante la Fiscalía por presunta estafa en contratos vinculados a su imagen personal, financiada con recursos estatales.
En resumenLa controversia sobre la vida de Verónica Alcocer en Suecia evidencia una tensión entre su vida privada, su rol público y las sanciones internacionales. Mientras el presidente Petro defiende su libertad y niega el uso de fondos públicos, las críticas se centran en la aparente contradicción entre su lujoso estilo de vida y la situación del país, así como en la falta de transparencia sobre sus finanzas.