Todo este tema de la humanidad que somos ahora me afecta un poco”, confesó.

Sin embargo, su regreso fue impulsado por un motivo personal que decidió celebrar: haber alcanzado los 20,000 días de vida.

Este dato, que calificó como especial, la llevó a compartir una reflexión sobre la fragilidad de la existencia y la necesidad de agradecer cada día. “Son 20,000 amaneceres, 20,000 lunas, 20,000 veces asistiendo a la escuela de la vida, porque al final esto es un aprendizaje.

Hay que disfrutarlo porque esto es un regalo, y no debemos dar por sentado ningún día”, expresó.

La estrategia de comunicación de Turbay consistió en transformar su dolor personal en un mensaje universal y esperanzador, conectando con su audiencia a través de la vulnerabilidad y la sinceridad. En lugar de enfocarse únicamente en la tragedia, optó por una perspectiva de resiliencia y gratitud, utilizando su plataforma para generar una reflexión colectiva.