Su valiente testimonio ha abierto una conversación sobre el trauma infantil, la sanación y el poder transformador del humor. Durante su participación en el programa ‘Los Informantes’ de Caracol Televisión, Ordóñez relató por primera vez el doloroso episodio perpetrado por los hijos de una vecina en Bucaramanga.

Confesó que este trauma, sumado a un entorno de maltrato y abandono paterno, moldeó gran parte de su vida, llevándolo a justificar sus propias falencias.

“Yo decía ‘no, a mí me violaron cuando tenía 9 años, mi madre me golpeó, mi padre me abandonó’”, recordó, explicando cómo usaba su “archivo de dolores para justificar mi mediocridad”.

El comediante describió una infancia solitaria, en la que se sentía un “niño raro” que jugaba solo debajo de una mesa, encontrando en el humor un refugio.

Sin embargo, la fama que alcanzó más tarde no trajo consigo la paz.

Admitió haberse convertido en una persona “orgullosa” que, con “juventud, fama, belleza, dinero”, terminó por destruir su propio hogar con infidelidades, repitiendo un ciclo de dolor. La caída fue profunda, llevándolo a una crisis económica tan severa que, tras haberlo tenido todo, llegó un día en que no tenía “cómo darle tetero” a su hija recién nacida. Según su testimonio, su conversión al protestantismo y la recuperación de su familia marcaron un punto de inflexión, permitiéndole transformar su dolor en una herramienta para ayudar a otros.