La artista respondió a la intimidación con una postura firme, asegurando que no será silenciada y que continuará utilizando su voz para visibilizar las problemáticas sociales del país. La intérprete relató la crudeza de los mensajes recibidos, que incluyen deseos de tortura y violencia explícita.
“Que merezco que me empalen públicamente. Que ojalá maten a mis hijos, que merezco morir y toda la asquerosidad que me escriben solo tiene un común denominador: todos tienen citas bíblicas y frases cristianas”, denunció la artista.
Esta contradicción, donde los agresores se amparan en discursos religiosos para proferir odio, fue uno de los puntos centrales de su pronunciamiento. Adriana Lucía expresó su rechazo a esta hipocresía, afirmando: “Estos, los que se creen mejores personas, rectas y correctas, llenos del amor de Dios, son los peores. Que el Dios de amor nos cubra y haga su justicia”. Su estrategia de respuesta no ha sido el silencio, sino la exposición pública de la violencia que enfrenta. La cantante ha reiterado su compromiso de no callar, argumentando que hacerlo solo contribuye a la impunidad y la intolerancia. Con su denuncia, hizo un llamado a promover el respeto y el diálogo, rechazando la hostilidad que, según ella, ha ganado terreno en las plataformas digitales y en el debate público.
De esta manera, reafirma su rol no solo como artista, sino como una ciudadana comprometida que se niega a normalizar la violencia y defiende activamente la libertad de pensamiento.













