Este acto de vulnerabilidad puede generar empatía en el público y en los medios, cambiando la conversación en torno a su figura. Además, su declaración resuena con un debate más amplio sobre la ética del periodismo de celebridades y el comportamiento predatorio de los paparazis. La respuesta de Lohan a su trauma no es de silencio, sino de confrontación pública, utilizando su plataforma para concienciar sobre las graves consecuencias psicológicas de una persecución mediática implacable.
